Clarissa sonrió:
—Mi esposo me está esperando afuera. Si algo, me puedes llamar en cualquier momento.
Gabriel solo asintió y la siguió fuera.
...
Giovanni ya llevaba un rato esperando en el auto. Cuando Clarissa subió, él estaba revisando unos documentos. Al verla subir, sus miradas se cruzaron. Ella no se había dado cuenta de lo rojos que estaban sus ojos, pero, con una sonrisa y mirada brillante, le preguntó:
—¿Podrías decirle a mi abuelo que comamos más tarde, por favor?
Giovanni la miró un momento. Sus ojos mostraron algo de preocupación.
—¿Te hicieron algo? Te ves triste —preguntó.
Clarissa negó al instante.
—No pasó nada. Ella es solo muy terca, muy tradicional, siempre cree que si te casas, no puedes divorciarte. Gabriel ya ha estado hablándole, solo necesita algo de tiempo para procesarlo.
No estaba diciendo la verdad.
La relación disfuncional con su madre le apretaba el pecho. No quería poner esas tensiones frente a Giovanni.
Él venía de una familia equilibrada, y aunque se l