El hecho de que Clarissa se divorciara y se casara tan rápido otra vez le molestaba, pero lo que de verdad le dolía era que le habían quitado su puesto como jefe.
Caterina iba a decir algo cuando de pronto tocaron la puerta.
Levantó la vista con cuidado y vio a Enrico con Vincenzo. Los dos estaban ahí, esperando.
Enrico traía cara seria, y Vincenzo lo miraba como si nada, y apenas saludó con la cabeza a Caterina.
— Perdón, creo que llegué en un mal momento — empezó Vincenzo, mirando a Luca.
— Pero mi tío me dijo que acababa de volver y quería llevarme a cenar con la familia Ferrucho. No creo que moleste a mi tía ni a mi prima, ¿o sí?
Luca tenía la cara tensa, y Caterina también cambió la expresión.
— No, no interrumpen nada. ¿Comen de todo? Voy a decirle a la chica que prepare algo ya mismo — dijo Caterina, tratando de sonreír.
Vincenzo dio las gracias y entró. Caterina lo hizo sentarse, le ofreció una taza de té, y se fue directo al estudio con Enrico.
— ¿Qué estás pensando? ¡Le quita