Habían pasado cinco días y Alessandro no había ido a la casa, en el fondo sabía que lo hacía para no verla y también se lo agradecía ya que no soportaría su presencia.
En la empresa lo había visto muy poco y las veces que se cruzaban siempre estaba con esa mujer que no se le despega a sol ni a sombra y las chicas estaban a mi alrededor, sin embargo les aclare que estaba bastante mejor en comparación al primer día y ellas lo aceptaron y respetaron mi espacio.
Era solo en las noches cuando lo recordaba y lamentaba el triste final que habíamos tenido, pero no por eso estaba decidida a hundirme en soledad y amargura.
El fin de semana saldría con las chicas y eso me tenía más animada.
Era viernes y ya podíamos salir de la empresa dejando todo atrás y eso hizo cada una de las personas que se encontraban allí, hasta que me tocó a mí.
-Te vas muñeca? – Mary siempre estaba pendiente de quién entraba y salía.
-Sii – lo dije de la manera más alegre – ya puedo ir a descansar.
-Me alegra mu