El templo de la diosa madre quedó en el pasado, así como esa mujer que parecía un vaso de licor intolerable para la diosa de las profundidades, Sedna.
—¿No la tragas?
—¿Eh…?
—¿No te cae bien? —Cambie la expresión, esperando que ahora sí sea capaz de entenderme.
—Para nada. La primera noche que mi novio-... Mi pareja. —Se corrigió. —Me llevó a casa de sus padres, quería presentarme de forma oficial a la familia. Ella fue una que se portó bastante grosera conmigo.
Siguió caminando y a pesar de su seriedad, no pude evitar reírme un poco de cierto detalle.
—¿Te da vergüenza llamarlo novio?
—Siempre me pareció infantil, recuerdo que a él le gustaba mucho que le llamase así y yo nunca fui capaz de decirle un apodo bonito hasta el día de nuestra boda. —Habló entre risas, acomodando a sus bebés en sus brazos.
—¿Ah sí? ¿Y como lo llamaste?
—Solo le dije esposo. —Algo pensativa perdió su mirada al aire, parece ser que los recuerdos de su boda llegaron de golpe, ya que un gran rubor se asomó p