Emily:
Tener la pesada mirada de los hijos de mi jefe no ha Sido algo sencillo desde que entraron a la oficina, desde que estoy trabajando con el señor Allen jamás había conocido a sus hijos y ya veo el porqué. Ambos son petulantes, egocéntricos y bastantes mimados, ya entiendo al señor Allen cuando se refería a ellos de que los consintió de la manera menos adecuada, ambos son hombres ya bastante adultos y aún siguen dependiendo de su padre, sin duda es una verdadera vergüenza para ellos.
Desde adolescente me gustaba trabajar, lo hacía para cubrir mis propios gastos ya que papá trabajaba solo para cubrir lo necesario en la casa y mamá no lo hacía para poder cuidar a Ethan, mi vida fue muy distinta a la de ellos dos, yo si tuve que trabajar duro para tener lo que tengo.
Y creo que con estos dos, viviendo bajo el mismo techo a mi lado será un verdadero problema, pero tengo que aprender lo que me enseñó papá, jamás dejarme intimidar por nada ni nadie y ellos no serán la excepción.
—Bien, ya todo listo, firmen —el señor Allen colocó los papeles sobre la mesa.
No quería hacerlo, pero tenía, Ethan necesita muchas cosas que papá no puede costear, cómo si cama ortopedica, una silla de ruedas nueva, acondicionar el baño donde mamá lo asea, llevarlo al fisioterapeuta y demás, solo será un año, solo un año.
Con firmeza tomé el bolígrafo y firmé, ya oficialmente estaba casada con ambos hombres. Ellos a diferencia de mi, lo hacían para tener sus comodidades de vuelta, yo, lo hacía por mi hermano, por más nadie.
—Ya todo firmado, aquí tienen las llaves de su nuevo departamento, se mudarán hoy mismo —el señor Allen sonreía victorioso— hija, nos vemos mañana como de costumbre, por ahora ve a recoger tus cosas y ve al departamento —asentí.
Solo salí de la oficina y tome mi bolso, de inmediato salí de la empresa hasta el estacionamiento para dirigirme hasta la parada de autobuses, un rato después llegué al pequeño departamento donde vivía con mis amigas.
—Em —Julie frunció el ceño— ¿Qué haces aquí tan temprano?
—Vine por mis cosas —sonreí leve.
—Cierto que hoy te vas —su cara se torno triste.
Tanto Sasha cómo Julie saben que me casaré con los Allen, no podía simplemente irme sin decirles el motivo, confío en ellas y se que mantendrán esto en discreción.
—Ya estoy casada con ellos mira —mostré mi mano, dónde posaba el anillo de matrimonio.
—¿Y como son? ¿Son guapos?
—Muy guapos, pero son muy pesados y demasiado mimados —hice una mueca—, presiento que viviendo con ellos la vida se me hará más difícil.
—Em, tu solo no te dejes intimidar por esos riquillos —reímos—, si hace falta que les patees los huevos a ambos, solo hazlo.
—Bien, lo tendré en cuenta, ahora ayúdame a recoger mis cosas ¿Si? El señor Allen mandará una camioneta para llevar mis cosas a mi nuevo "hogar" —hice comillas.
Ella asintió y me ayudó a recoger todo lo que necesitaba para mí nueva vida, después de terminar baje todo junto con Julie, ya la camioneta había llegado, de igual forma no había mucho que subir ya que no tenía demasiadas cosas.
—Prometo que vendré a verlas cuando pueda —abracé fuerte a Julie—, cuidense mucho y jamás olviden que las quiero.
—Tranquila Em, solo no olvides lo que te dije —asentí— ahora vete, te llamaremos más tarde.
—Adiós Julie.
Me subí a la camioneta y me volví a despedir de Julie, no podía creer como mi vida había cambiado tanto en un instante, pero esto lo hago por el bien de mi familia nada más, solo debo resistir un poco.
Jamás pensé llegar hasta aquí, lo mío era solo trabajar y trabajar desde que tengo uso de razón, siempre veía a mamá llorar por las noches pensando en que podría darle de comer a Ethan al día siguiente o papá estresado por las deudas a pagar, yo necesitando zapatos nuevos o cualquier cosa, por eso había decidido trabajar siendo una adolescente, no termine la escuela, no pude hacerlo ya que había dejado mi sueño de ser veterinaria solo por el bienestar de mi familia y aquí estoy teniendo una nueva responsabilidad que es ser la esposa de un par de hombres que todavía no saben cómo enfrentar la vida.
—Señorita, ya llegamos —anunció el chofer.
—Gracias —me baje del auto.
Ambos subimos al departamento que estaba en el piso seis, deje las cajas sobre el suelo y abrí la puerta, el departamento era precioso, había un enorme ventanal con vista a la ciudad, unos muebles color café claro hermosos, en la sala había una TV enorme, junto a la misma un pequeño estante y dos pequeñas mesas, las paredes eran de azul claro, el comedor era redondo, me encantaba, cocina no era tan grande pero si con el espacio perfecto, el departamento tenía toques vintage que llamaba mucho la atención. Todo era maravilloso.
—Señorita, su habitación es la última —me indicó el chofer—, aquí están sus llaves, vendré a dejar las cajas para que se instale.
—Gracias —sonreí.
Tomé mi maleta y fui hasta la última habitación, está tenía el espacio justo para mis cosas, la anterior era mucho más pequeña, pero está me encanta, tenia una cama tamaño normal, un pequeño closet, una ventana donde se veía la ciudad, un pequeño escritorio y una mesita de noche.
—Esta preciosa la habitación —dejé la maleta sobre la cama.
Salí de nuevo a la sala y empecé a meter las cajas ya el chófer se había ido, después de desempacar mis cosas empecé a doblar las cajas para tirarlas, la puerta del departamento se abrió, supongo que los Allen llegaron.
—¡Por Dios Julian! ¡Mira esto! —se escuchaba sorprendido—, esto parece una lata de sardinas, es demasiado pequeño, aquí no van a entrar nuestras cosas.
—Supongo que este será nuestro departamento —bufó—, esta vez padre si se pasó de la raya.
—¿Ya habrá llegado?
—¿La mujercita? Pues no lo sé, por ahora no deseo verle la cara, ya me es desagradable saber que viviremos con alguien como ella.
Salí a la sala, ya comenzaba mi martirio con este par.
—¿A qué te refieres con alguien como yo? —me crucé de brazos.
—Pero si ya está aquí nuestra flamante esposa -creo que el es Jamie, me sonreía con burla.
Julian se acercó a mi quedando frente a frente.
—Alguien tan... —me miró de arriba a abajo— corriente como tú, mi padre si que debe estar muy mal de la cabeza como para permitir que nosotros, unos Allen, estuviéramos viviendo bajo el mismo techo que una insignificante secretaria —rió.
—Escúchame bien idiota mimado —di un paso hacia el—, yo planeo llevar la fiesta en paz, o al menos eso pensaba, pero ya veo que ustedes no piensan colaborar... Una cosa les digo, ustedes podrán ser los hijos de quién sea, pero a mí me respetan, porque tanto mi trabajo como yo merecemos respeto, así que desde ya se los digo, ustedes no me intimidan ni siquiera un poco y si se les cruza por sus mentes vacías siquiera quererme hacer la vida una m****a —los a ambos—, me van a conocer, quedan advertidos, permiso.
No lo deje hablar y de nuevo me fui a la habitación, no me voy a dejar doblegar por nadie, yo estoy aquí por una razón de peso y eso ellos no lo van a arruinar.
No señor...