A pesar de todos sus años de experiencia, de la carrera que se había grabado a fuego, a Cristian jamás le había pasado eso: que hubiera escapado alguien que protegía. Era algo que pensó nunca le pasaría. Usualmente, las personas que lo contrataban siempre estaban deseosas de estar a su lado para que los protegieran. Nunca había tenido que pasar por la situación de que alguien evitara su protección. Supo que algo andaba mal cuando la hora de la salida llegó y Luisa no apareció. No podía ser que solo estuviera pasando, prácticamente en su primer día. Se preguntó si había valido la pena dejar las fuerzas especiales para eso. Pero sabía que sí. Sabía que ya no sería capaz de soportarlo, de soportar las cosas que había vivido allá y que seguía viviendo.
—Solamente era una muchacha tonta y descuidada que no entendía completamente lo que sucedía —se dijo.
Además, no era la primera vez que tenía que encontrar a alguien que no quería ser encontrada. La noche ya había caído y, cuando se acercó