El lugar era terriblemente oscuro. Parecía que había algo siniestro en él, y yo lo sabía muy bien: ya lo había presenciado con anterioridad. Tanto antes tenía a Valentín; él sabía muy bien qué hacer, sabía cómo se manejaban las cosas en el interior de la tierra, en el estómago de la ciudad. Pero ahora estábamos completamente solos y no había más opción que seguir adelante.
Con la luz del celular iluminé el enorme pasillo que se dirigía en ambas direcciones, y cuando Nicolás apoyó los pies en el agua lanzó una maldición.
— No puede ser que vayamos a hacer esto — dijo mientras encendía la luz de su celular — . ¿Sabes a dónde tenemos que ir?
Yo moví la cabeza en varias direcciones. No sabía si era un sí o un no.
— Esta es una vertiente. Si encontramos un lugar más amplio, lograré encontrar la salida hacia el centro.
— Ya viene a la mente — dije, recordando el camino que tomé con Cristian y Valentín después de escapar de los hombres de Oliver.
— Recuerdo que me contaron algo al resp