DAMIÁN ASHFORD
Volver a Estados Unidos se sentía como una derrota. No importaba cuánto intentara convencerme de que lo hacía por el bien de la empresa, de que era lo correcto, de que seguir adelante era la única opción lógica. El asiento de primera clase en mi avión privado me parecía incómodo después de haber compartido el mismo espacio con Andy y no tenerla ahora, y la presencia de Mindy y mi madre a unos asientos de distancia me revolvía el estómago.
Cerré los ojos y apoyé la cabeza en el respaldo, fingiendo dormir, pero escuché claramente la conversación entre ellas.
—Ahora regresaremos como una verdadera familia… —dijo mi madre en un susurro—. Las cosas serán como tienen que ser