DAMIÁN ASHFORD
La muerte de Sergei fue poética, hasta cierto punto. Desde el primer piso Shawn y Carter lo sostuvieron de ambos brazos, mientras una soga ya rodeaba su cuello.
—Yelena… —susurró el nombre de quien alguna vez fue su esposa, pero ella respondió con una bofetada que le torció el rostro.
—Mi nombre en tu boca suena asqueroso —contestó ella con repudio—. Eres un hombre cruel. Alguna vez te lo dije, si no eres noble por iniciativa propia, entonces tendré que arrancarte el corazón con mis propias manos.
»No pensé que ese día llegaría.
Entonces Alexei, haciendo girar una navaja en sus manos de manera juguetona, se acercó, vio una última vez su padre a los ojos y de una sola intención le hizo un corte por debajo de las costillas. El rostro de Sergei se retorció por el dolor, quiso gritar, pero solo abrió su boca y ningún sonido salió.
Sin perder más tiempo, Yelena metió su mano de una sola intención. No hubo piedad ni titubeo. Algo tronó dentro de Sergei antes de que abrier