MOLLY DAVIS
Me quedé congelada, retirando el pie que ya tenía dentro del auto mientras volteaba hacia Nadia.
—Molly… es una maldita trampa, solo entra al auto, tu hermana nos está esperando —agregó Damián casi en un susurro mientras me sujetaba del brazo. Entonces Nadia extendió su mano, sin despegar su mirada de la mía, cuando abrió sus dedos entonces vi las pequeñas gotas carmín que los adornaban, adhiriéndose a su piel y a sus uñas, así como el anillo de matrimonio de Alexei, era el mismo que yo le había puesto en el dedo cuando nos casamos.
Mi corazón se detuvo por completo. Nadia ya no dijo nada, solo me estaba convenciendo con silencio.
—Aunque Alexei esté muriéndose… No se merece ni un gramo de piedad, tampoco un último deseo —siseó el pelinegro que veía todo desde el otro lado del auto—. ¡Llévame a mí a verlo, apuesto que le será mil veces más reconfortante que yo esté a su lado, sosteniendo su mano!
—¿Qué pasa, Lucien? ¿Te dan celos de que él esté más cerca de Anna que tú?