MOLLY DAVIS
—Mi hijo está en este momento consiguiendo la contraseña de la computadora… —dijo Sergei tranquilamente mientras se movía por su oficina con elegancia—, pero… ¿de qué nos sirve una contraseña, si no tenemos la computadora? La casa del juez Monroy está limpia, la computadora desapareció.
—No desapareció —sentenció el auditor—. La tienen los Ashford, la estúpida hija del juez se la dio a uno de sus hombres, parece que es su amante.
—No tardarán en hallar la forma de conseguir la información. —La aseveración de Sergei hizo reír al auditor.
—Los… «Ashford» —susurró mientras negaba con la cabeza y se dejaba caer sobre uno de los enormes asientos frente al escritorio—. No conseguirán nada. La contraseña que tiene Le Blanc es un código que solo sirve para entrar a un sistema en la nube que te arrojará once números al azar.
»Es como un «token» bancario. Cada vez que lo solicitas es un número diferente y tiene un tiempo máximo para funcionar.
¿Pues qué carajo tenía esa comput