SHAWN ROBERTS
Bostecé antes de abrir los ojos, el sol se filtraba entre las cortinas, tuve que levantar la mano para proteger mis ojos de sus rayos antes de intentar levantarme, apoyando los codos sobre el colchón para reevaluar la situación del cuarto. Entonces vi las almohadas regadas por todos lados, unas incluso rotas, como si una bestia hubiera querido partirlas por la mitad. Había algo de relleno enredado entre mi cabello y cuando vi mi torso encontré un patrón de pequeños mordiscos y rasguños que me hizo sonreír.
—No recordaba que los jilgueros tuvieran dientes y garras —susurré sintiendo su presencia en la habitación. Se escuchaba un suave canturreo saliendo del baño. Entonces se asomó, con el cabello recogido de manera descuidada, dejando que algunos mechones acariciaran sus hombros y otros escurrieran hasta sus pechos, que ya estaban escondidos por un nuevo brasier, ya que el de anoche estaba esparcido en pedazos sobre la alfombra.
Noté que Rachel tenía mis lentes, se veían