MINDY MILLER
No podía dejar de pensar en la humillación que había sufrido frente a todos, frente a mi familia, mis amigos y la sociedad. Damián no solo me había dejado plantada en nuestra fiesta de compromiso, sino que se había fugado con una desconocida. ¡¿Quién demonios era ella?! ¡¿De dónde había salido?! ¡¿Cómo se atrevía a arruinar mis planes, mis sueños, mi futuro?!
Había apostado por Damián porque era conocido por su prudencia con las mujeres. Sí tenía sus aventuras pasajeras, no eran de dominio público. Ante la sociedad él era serio, frío, calculador, un tiburón en el estanque de empresarios, además de ser uno de los hombres más acaudalados de la ciudad que no era un anciano. Era la clase de hombre perfecto que ansiaba tener, aunque fuera por contrato. ¡No podía creer que mi buena suerte se viniera abajo por una mujer como esa!
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