ROCÍO CRUZ
Creí que la emotividad del momento haría que todo fuera más fácil, que no me pusiera nerviosa. Había conectado con James a un nivel profundo, corazón con corazón, pero cuando se quitó la playera, mi corazón se detuvo mientras que mis ojos lo devoraron.
Sus músculos se contraían y se relajaban, mostrándome años de ejercitarse. Tatuajes en tinta negra rodeaban sus brazos, y cuando sus manos bajaron a sus pantalones, desvié la mirada, aunque en realidad quería ver.
¡Lo iba a ver completamente desnudo!
Tragué saliva, nerviosa, paniqueada, al borde del colapso. En verdad quería disfrutar esto, pero… tenía el corazón zumbándome en la cabeza.
De pronto escuché su voz en mi oído, su aliento acariciando mi mejilla.
—¿No quieres verme? —preguntó en un ronroneo mientras tomaba mi mano y la posaba en su pecho. Su piel se sentía caliente, quemaba mis dedos y yo solo tragué saliva con dificultad—. Soy completamente tuyo, Rocío. Solo quiero complacerte.
Me morí. Así, sencillo. Colap