ROCÍO CRUZ
—Me secuestró, él y sus hombres me metieron en un carro y le estuvieron dando vueltas a la ciudad, hasta que me llevó a su rancho. Me quitó toda la ropa frente a todos y pensé que… me abusarían, pero… solo se reían mientras yo quería cubrirme. —Insisto, como me dolía hablar de eso en voz alta. No era lo mismo solo recordarlo que decirlo. Calaba, calaba muy duro—. Me sujetaron y… me marcaron con su inicial. Me dijo que era un recordatorio de que era suya, de que le pertenecía y que un día me tomaría.
»Dijo que… por… «caballerosidad» me daría una semana para entregarme yo misma, pero que… si no lo hacía por iniciativa propia, él de todos modos me tomaría y… sería peor. Dijo que… podía tratarme como una reina o como a una puta y todo dependía de mí.
Agaché la mirada porque decir todo eso viendo a los ojos a James se está haciendo insoportable. Las lágrimas cayeron por mis mejillas, pesadas y calientes.
—Me dejó en la puerta de mi casa y… yo tardé horas en entrar, parada afu