ANDY DAVIS
Se estaba transmitiendo en cadena nacional, cada televisión del país lo estaba compartiendo. Hasta ese punto llegaba el narcisismo de John. Detrás de una mesa con manteles pulcros y blancos, él se mantenía ecuánime. Los moretones de su rostro habían empezado a desaparecer, dejando que la gente recordara lo guapo que era antes de la golpiza.
A su lado, como fiel escudera, su madre. Secando lágrimas falsas que fingía esforzarse por no soltar, como si deseara mostrar al mundo que por más dolida que estuviera, también era una mujer fuerte, pero yo sabía bien que solo era una manipuladora de mierda.
Frente a ellos, varias decenas de reporteros y fotógrafos que no querían perderse ni un solo movimiento.
—¿Tomará represalias contra el señor Ashford por lo sucedido? —preguntó una reportera, tomándose en serio el circo mediático que estaba creando John.
—No quisiera hacerlo, porque sé que en este momento es la pareja sentimental de mi exesposa, pero lo que hizo es injustificable. C