Capítulo 316: Nunca dejar una deuda sin cobrar. La sangre es tinta y la carne el pago
ANDY DAVIS
Abrí los ojos y la boca con sorpresa. Apoyé mis manos en las mejillas y volteé hacia Rocío manteniendo la sorpresa falsa y burlona en mi rostro.
—¿Escucharon eso? —pregunté con voz cantarina—. Es la emisaria del auditor. —Entonces torcí los ojos y resoplé—. ¿Ves? A nadie le interesa. Menos en esta casa.
Sin pensarlo dos veces tomé el arma que colgaba de la pretina del pantalón de Carter. Este de inmediato volteó hacia mí, sorprendido, pero no me pudo detener, yo ya estaba apuntando hacia la mujer delante de mí. Después de un vistazo rápido y un cálculo de las consecuencias, apunté a su pie y disparé.
El estruendo resonó en toda la villa. Pude escuchar el llanto de Esteban desde el primer piso, así como el de Ángel. Escuché puertas abrirse y pisadas acercarse, pero no aparté mi atención de la pelirroja que comenzó a lamentarse y a llorar, mientras caía en el sofá e intentaba sostener su pie.
—Odio la manera en la que tus tacones resuenan en esta casa. Odio que pienses que