Capítulo 79. Vivamos la vida que nos regaló.
Derek.
Había pasado una semana desde aquel día.
Una semana desde el disparo, el rescate, los gritos y el llanto.
Siete días que se sentían como una eternidad.
Ahora, sentado frente a una larga mesa de madera, rodeado de documentos y rostros tensos, Derek comprendía que lo peor todavía no había terminado.
A su derecha, su abogado —un hombre de voz firme y semblante cansado— repasaba cada punto del expediente.
Frente a él, el fiscal y el representante legal de la familia de Alessandro intercambiaban carpetas, testigos y pruebas.
Sobre la mesa había fotografías, transcripciones de llamadas, correos electrónicos y el informe final del allanamiento.
Su madre. Su hermana. Christine.
Las tres bajo detención.
Derek apretó las manos sobre sus rodillas.
No podía evitar que un escalofrío le recorriera la espalda al leer los nombres en tinta negra, en los sellos judiciales.
Nunca imaginó que su apellido estaría allí, asociado a algo tan miserable.
El abogado respiró hondo antes de hablar: