Capítulo 82. La boda de Greta y Alan.
Derek.
La tarde tenía un brillo especial, como si el sol supiera que esa jornada merecía una luz distinta, más cálida, más serena.
Era un día hermoso.
El tipo de día que uno guarda en la memoria sin saber por qué, solo porque todo parece estar en su lugar.
La ceremonia se celebraba en un jardín pequeño, rodeado de árboles y flores blancas. Todo estaba dispuesto con una elegancia sencilla: guirnaldas, mesas de madera, música suave y el murmullo de la gente emocionada.
Alan, de pie frente al altar, parecía un hombre completo. Y Greta… Greta irradiaba luz.
Verlos allí, tomados de la mano, intercambiando miradas que decían todo sin decir nada, le devolvió a Derek una emoción que había creído perdida: la fe en los comienzos.
Nathan, vestido con un pequeño traje beige, caminaba por el pasillo central con el estuche de los anillos en sus manos diminutas. Su abuelo lo acompañaba, sosteniéndolo con cuidado.
Esa imagen —su padre ayudando a su hijo a cumplir su rol más importante— le quebró