Capítulo 84. El lugar donde empieza siempre.
Derek.
El aroma a lasaña recién horneada impregnaba el aire.
En el comedor, las luces eran suaves, cálidas, y el sonido del cuchillo cortando el pan se mezclaba con la risa contagiosa de Nathan, que golpeaba la mesa con su cuchara mientras Ellen trataba de evitar que el mantel terminara en el suelo.
Aquella cena era sencilla, pero tenía algo especial.
Era la primera vez, en mucho tiempo, que los tres parecían una familia… sin remiendos, sin silencios, sin heridas abiertas.
Solo ellos, compartiendo un momento cualquiera, que para Derek era todo.
Nathan, con la inocencia que solo los niños poseen, los observaba con atención.
Sus ojos grandes, llenos de curiosidad, iban de su madre a su padre como si tratara de descubrir un secreto.
Entonces, con esa franqueza que a los adultos les cuesta tanto, soltó:
—¿Por qué vivimos en casas separadas?
Ellen, que estaba sirviendo más jugo, se quedó quieta.
Derek levantó la vista del plato, sorprendido.
—¿Cómo dices, campeón?
—Que… —Nathan la