Zeiren
La oscuridad lo devoraba todo.
Era un lugar sin nombre, sin forma, donde la única certeza era el fuego que me consumía desde dentro.
No había aire, ni cuerpo, solo un vínculo constante que me obligaba a permanecer… aunque no sabía por qué.
La bestia respiraba conmigo.
Sus pensamientos retumbaban en mi mente, como un tambor de guerra que no se detenía jamás. Era furia, puro instinto y ansias de destrucción.
Pero también… también había algo más.
Un eco de amor.
Amor por ella.
Por Cordelia.
Era extraño que ese monstruo que había despertado en mí pudiera sentir algo tan puro. Pero lo sentía. Lo deseaba.
La bestia la amaba con una intensidad tan feroz que dolía. Y yo también.
La diferencia era que para mí, amor significaba abrazarla, protegerla, morir por ella.
Para la bestia… amor era devorar a cualquiera que quisiera tocarla, incluso a ella si eso la convertía en suya.
Me retorcía en ese mar de fuego y sombras. No tenía control sobre mis músculos, ni siquiera sobre mis pensamiento