Capítulo 11
Perspectiva de Sabrina

—¿De verdad crees que unas cuantas palabras vacías borrarán todas las mentiras, traiciones y humillaciones, por las que me hiciste pasar? —pregunté, con la voz helada.

Él tuvo el descaro de sonreír, realmente sonrió. Fue entonces cuando me di cuenta: todavía no lo entendía.

—No me digas que esperas que te perdone y te siga bailando hacia Nueva York después de ese discursito barato, ¿verdad? —dije, con un tono tan afilado como el cristal.

Casi me dio risa, casi.

—Me das asco, Arturo. Dios, ¿por qué no te vi con mayor claridad antes?

Frunció el ceño, la confusión cruzó su rostro. No estaba acostumbrado a que hablara así, o al menos, no a él.

—¿Qué… qué dijiste? —preguntó, atónito.

No parpadeé. —Dije que eres un asqueroso, Arturo Vélez.

Sus mejillas se tiñeron de carmesí, apretó la mandíbula con rabia ofendida. —Me disculpé, Sabrina. ¿Qué más quieres de mí? He venido hasta aquí...

Claro, por supuesto que Arturo Vélez pensaba que una disculpa bastaba. Que si aparecía
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