Capítulo 236.
—Bohemond—, los ojos se convirtieron en dos pozos profundos, en los que no cabía una sola emoción, más que aquella que le exigía romper los huesos del tipo que abrió los brazos en la cima del edificio en el que se encontraba.
Valente cerró los ojos e inhaló sin ninguna prisa. Sentía ese momento como algo que quería tatuarse en el centro del pecho. Disfrutaba la victoria que le daba el no haberse apresurado y planificar cada golpe que tenía planificado para esa noche antes de marcharse.
—Iba a pagar hasta 15 millones por ella—, mencionó el rubio—. Pero luego me permití recordar que no debía pagar por alguien que ya me pertenece, incluso antes de a tí.
—Cuando te ponga las manos encima, desearás no haber siquiera pensado en ella— aún la llamada seguía activa y Mateo sabía que lo escuchaba.
—Ese es el problema, no la pienso—, corrigió—. Ella sola tomó la decisión de venir conmigo.
Los dedos de Mateo crujieron con la fuerza que ejerció en su mano.
—La obsesión la ven como algo