Capítulo 237.
Harper mantuvo su rostro altivo, recordando las lecciones de Orvyn.
“—El porte es un escudo. Quiebra su reflejo, y habrás cedido. Y tú no tienes derecho a romperte aún cuando el cansancio llegue—, solía acariciar su nuca—. Si te agarran a palos, resiste. Porque si eres esposa de alguien de este mundo tan podrido, aprendes a levantarte así te tiren al suelo mil veces.”
Sus ojos seguían inmóviles. No le sorprendió nada de lo ocurrido, no le causó la mínima emoción saber que había un infierno al final de ese camino.
No hubo ni un temblor en su mandíbula, ni un parpadeo de más. Incluso atada, su manera de sentarse dentro del helicóptero fue erguida. Como si en lugar de ser una rehén, simplemente se dignara a inspeccionar la cárcel desde adentro.
Zorina la observó con una mirada que no juzgaba, sino calculaba. La forma en que la inglesa sostenía la mirada, con esa mezcla de orgullo y agotamiento emocional contenido, le recordaba a mujeres que se negaban a quebrarse hasta con las vísceras