Capítulo 180.
—Nos falta el ramo, tu maquillaje y el viaje de luna de miel que… no te corresponde conmigo —murmuró Fannie mientras rebuscaba entre los papeles sobre la mesa. —Tenía unos folletos por… ¡aquí están!
Harper alzó una ceja, sin bajar el mentón. Sentada en el sillón, con la espalda recta y los dedos cruzados sobre las rodillas, parecía estar organizando la coronación de una monarca caída en desgracia… pero aún peligrosamente espléndida.
—Cuatro opciones —dijo Fannie, desplegando los folletos como si fueran cartas de tarot—. Me encargué de buscar los destinos más soleados, porque tus trajes de baño son algo que salen al aire libre cada año bisiesto, al parecer.
Harper le lanzó una mueca irónica que contenía siglos de sarcasmo aristocrático.
—No es falta de intención —respondió—. Es falta de tolerancia a la vulgaridad turística.
Ambas rieron, aunque Harper no bajó el tono. Su risa era medida, elegante, como si estuviera ensayada para sonar espontánea.
—¿Tienes bikinis? Podemos ir de compras