Punto de vista de Juan
Sofía había estado en la oficina de Lino y se comportaba de forma sospechosa, como una ladrona escondida.
Le di un mordisco a la zanahoria que, sorprendentemente, se me antojaba un miércoles por la tarde. Desde que me quedé embarazada, las zanahorias se habían convertido en mi comida favorita. Era extraño lo rápido que habían cambiado mis gustos, lo rápido que había cambiado todo.
Volviendo al tema principal, no sabía si debía pedirle a Lino que confirmara lo que había dicho, pero eso sería entrometido, ya que no era asunto mío. Ambos eran marido y mujer.
No podía quitarme de la cabeza la imagen de Sofía allí parada, con el rostro pálido y las manos temblando ligeramente. Había dado alguna excusa, algo sobre ir a buscar unos papeles para Lino, pero no me convenció. Había algo raro en su comportamiento, algo que ocultaba.
Como cuando estaba en el hospital... Golpeé la zanahoria contra la mesa y fruncí el ceño. Había algo raro en Sofía, de eso estaba seguro.
¿Pero