Belén Suárez era apenas una niña de cinco años, cuando su madre desapareció. Su tía la mandó al campo para deshacerse de ella. La tía quería tomar el puesto de su madre. Diez años después intentó regresar a su casa, pero le tendieron una trampa y volvió a desaparecer. A sus quince años había pasado por mucho para proteger su propia vida. Cuando ella ya tenía veinte años, regresó a su familia encontrándose con muchos obstáculos en el camino, pero al fin llegó a su hogar. Comenzó una nueva vida con intrigas, engaños y mentiras, pero ahora ella ya no era una niña. Ahora ella les haría pagar por el sufrimiento que le causaron durante más de Quince años
Leer másBelén se quedó atónita al escuchar las palabras de Daniel. Un momento después, negó con firmeza. — No es necesario. Daniel levantó una ceja y volvió a preguntar: —¿Estás segura? No es difícil hacerlo. —Lo sé. — Belén asintió mientras se daba vuelta para mirar por la ventanilla del auto—. Tampoco tengo que hacer mucho para hacerlo desaparecer, pero, de todos modos, no vine a estudiar por mucho tiempo. Cuando encuentre la persona que busco, me iré y no la volveré a ver. Aún puedo soportarlo si no me molesta por el momento. —De acuerdo. — Daniel asintió con la cabeza—. Solo hazme saber cuando estés harta de él. No olvides que ahora estamos casados, siempre puedes contar conmigo. La joven se le aceleró el corazón mientras se volteaba a mirar el rostro de Daniel. De repente, la molestia en su pecho se desvaneció. —Lo sé. —Ella asintió y se le enterneció la mirada. «Así que así es como se siente tener a alguien que te respalda». De manera inconsciente, esbozó una sonrisa.
Se sentó derecho de forma abrupta y le tembló una mano en la que tenía el teléfono con una expresión de incredulidad. Era la primera vez que las dos mujeres habían visto una expresión como esa en él, por lo que se inclinaron para mirar más de cerca su teléfono. Solo vieron el hermoso rostro de la muchacha en la pantalla y su belleza les causó una gran impresión. Cada uno de sus detalles quedó guardado en sus memorias. — Esa joven es muy hermosa. ¿La conoces, Sebastián? — exclamaron las dos. Él no les respondió, esbozó una sonrisa. Había estado ocupado últimamente que se había olvidado de su gatita que conoció en el distrito imperial. De alguna manera inesperada, era capaz de desactivar bombas y de tocar el piano. «¡Perfecto! Cómo era de esperar de mi gatita». Se levantó de su lujosa silla, que parecía un trono, y realizó una llamada mientras caminaba, ignorando a las dos mujeres. —Esa muchacha en Distrito imperial que te pedí que investigaras. ¿Por qué aún no he recibido nad
La muchacha sacudió la cabeza a la vez que fingía confusión. —No estoy segura, pero el señor Burgo dijo que de toda la clase soy la que más posibilidad tiene de entrar a la universidad. —¡Excelente! Entonces la señora Peralta no necesitó considerar a Belén como riesgo, según eso. Después de dudar durante dos segundos, la mujer no pudo reprimir su curiosidad. —¿Sabes si hay posibilidades de que Belén entre a la universidad, Maxter? — preguntó. La expresión de Rita se volvió poco amigable y sus puños se cerraron con fuerza. «¡Lo sabía! Es imposible que Bella me mire así, la razón es Belén». ¿De verdad está considerando a esa campesina? ¿Solo por esa ridícula canción? «A la luz de la luna». ¡Maldita! En ese momento, Rita casi tuvo una crisis nerviosa, pero hizo lo posible para enmascarar su expresión hepática: al final, sacudió la cabeza y esposó una sonrisa falsa. —¿Está bromeando? El señor Burgos le advirtió que la expulsaría de su clase si no que daba entre los primeros vei
«¿Quién me llama a estas horas?». Piero se masajeó la sien para calmar su dolor de cabeza. Negado a ver la arrogancia de Belén en el escenario, salió del salón de actos y contestó la llamada inmediatamente. Su mentor le dijo por teléfono con entusiasmo: Pier, he enviado tus soluciones de matemáticas a unos cuantos directores de la universidad Máxter y están impresionados, así que, por favor, trabaja duro en tu tesis. Me he enterado de que podrían bajar el nivel de exigencia para ti para obtener el certificado; en lugar de enviar a tres estudiantes a esa institución, podrían bajarlo a una persona, así que tu tesis será de suma importancia. —Muy bien, señor. Trabajaré duro en ello — respondió Piero encantado. —De acuerdo. Además. ¿Recuerdas que mencioné a una estudiante de último año que es bueno en matemática avanzada? Consigue su ayuda cuanto antes y terminarás tu tesis sin problema. —¡Entendido! La mano de Piero tembló notablemente al terminar la llamada. «Tenía que enviar a
Al comenzar la pintura de arena, el público pudo ver una imagen vívida. El país del hombre se había convertido en una zona de guerra. Con la intensa, pero suave pieza de piano, no pudieron evitar apretar los puños y preocuparse por el hombre, a pesar de los estragos de la guerra. Tenía una gran fuerza de voluntad y dirigió a su pueblo para derrotar a los enemigos y ganar. Mientras su gente aclamaba la victoria, una flecha de repente lo derribó, y al instante, la sangre comenzó a salir de su pecho. Mientras tanto, la diosa con la marca de la luna creciente en la frente al final escapó de Zeus y se dirigió al campo de batalla. Fue inesperado para ella ver al hombre tendido en un charco de sangre. ¡Tun! Se escuchó un ruido estridente del piano que indicó que la mujer estaba desconsolada y desbastada. Luego, la pintura de arena se volvió totalmente negra y el piano quedó en silencio. Hacia el final, aparecieron unas palabras en la pintura: «A la luz de la luna». Tras eso, todo el audito
Daniel la vio irse y luego se fue a la grada de la audiencia. «¡Debo tener fe en ella!» Mientras tanto, Piero había regresado a la sala y enseguida se apresuró hacia los bastidores, pero era demasiado tarde. Estaba a mitad de camino cuando escuchó el anuncio del el presentador y vio que las cortinas del escenario se abrían. Se detuvo y levantó la mirada hacia el escenario. «Si Belén hace el ridículo, puedo usar esta excusa para deshacerme de ella. Ahora que lo pienso, no está nada mal». En la audiencia, Bruno y sus amigos miraban con despreocupación el escenario. Un momento después, miraron en simultáneo a un lugar. Las chicas sobre el escenario, A diferencia de Rita, no tenían puesto un atuendo formal y costoso, sino que llevaba puesto una remera o sencilla y pantalones de gimnasia, un atuendo que no combinaba para nada con un recital de piano. Aun así, de forma asombrosa, comandaba elegancia y a plomo, que, que aunque hubiera actuado con una bolsa puesta, no hubiera quedado fuer
Último capítulo