Los iris de Alicia ya se habían contraído tanto como era posible y tenía los ojos tan saltones que estaban al borde de estallar. Sin embargo, en el siguiente instante, Belén se rio entre dientes y respondió:
—Era mentira.
Alicia se quedó sorprendida y se vio inundada por la confusión y la sospecha.
Estaba al borde de volverse loca cuando preguntó:
—¿Cuál es la verdad?
Belén dejó de sonreír y respondió con calma:
—Tía Alicia, dijiste que Ana era miedosa, pero parece que tú también lo eres. Lo único que hice fue hacer una broma y te asustaste tanto que casi sufres un aborto espontáneo. Para ser honesta, te ves muy graciosa.
—Tú… —Alicia estaba tan perturbada que casi vomita sangre.
Belén la ignoró y se dirigió al mausoleo. Ella ya había ido decenas de veces porque ahí le expresaba su respeto a su madre. Se suponía que era un monumento conmemorativo para los Suárez, pero los García habían ocupado la mayoría del espacio. Eran los desvergonzados que incluso se robaron un mau