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“El inicio de una guerra”
Las costillas de Eva comenzaron a dolerle una vez Sebastián la tiró con fuerza contra su escritorio. Un grito sordo brotó desde lo más profundo de su garganta al ver como las palmas de sus manos habían empezado a sangrar por culpa de la copa de whisky que estaba sobre la mesa en donde ella cayó hacía un rato y que ahora los fragmentos de la misma se incrustaron en su piel.
Los ojos del lobo eran más oscuros que de costumbre, sus manos penetraron rápidamente su cuero cabelludo, al notar como la chiquilla delante de él intentaba de nuevo escapar. Su sangre estaba hirviendo demasiado, mientras pensaba que estaba siendo demasiado dócil con ella, cuando ni siquiera era capaz todavía de domarla por completo.
Como pudo corrió hacia la pelinegra, la agarró con fuerza del mentón para obligarla a verlo a los ojos, necesitaba demostrarle que él, y solo él era su señor, quería meterse en su cuerpo y sacar de dentro todo o que no le permitiera poseerla.
Odiaba el hech