Gael.
Observo a mi hermano con ojos entrecerrados.
—¿Lo tienes?
Ya conozco la respuesta. Él enarca una ceja como si pudiera leer lo que pienso.
—Al parecer sabes que no.
Exhalo.
—Deberías dejar de perder el tiempo.
—Me pregunto qué harás en realidad si me acerco a la princesita… Vamos Gael. Aún tienes a la otra, esa viuda ¿no es así? o ¿ella ya entendió que sólo es tu fachada? —Se burla.
—Ya te dije que no pierdas tiempo.
—Todos sabemos que usaste a esa mujer para manipular a su esposo. Lo llevaste a cederte sus negocios, y luego te acostaste con ella para convencer a papá de que eras despiadado. —Ríe sin gracia—. Lo suficiente como para ser elegido como el semental de esta familia de locos.
—Dices muchas tonterías, deberías ser escritor.
—Y tú deberías dejar de hacerte el mártir. Mejor dime si sabes en dónde está el viejo. El consejo de Restauración no está para bromas y aunque padre lo preside no es el menos peligroso.
—...Haz tu trabajo y aléjate de Amaia.
Ignoro lo que di