La pequeña de ojos grises soltó la ropa de su hermana y corrió a abrazar las piernas de… su hermano.
¿Por qué yo no lo sabía? ¿Por qué me lo había ocultado?
Blake salió de su ensimismamiento y la tomó entre sus brazos con todas sus fuerzas, sin llegar a lastimarla, claro. Yo seguía paralizada.
La emoción de su rostro no pasaba desapercibida, estaba segura de que sin toda esta gente alrededor se pondría a llorar. Jamás lo había visto así.
Todos parecían asombrados, atónitos, mientras murmuraban cosas muy despacio.
Pasaron tantos minutos que perdí la cuenta. La niña le besaba las mejillas una y otra vez mientras hacía pucheros. Cuando por fin la bajó, su rostro se volvió serio otra vez, y antes de que el pudiese hablar, lo hizo la chica de cabello negro:
—¿Es