Luis Fernando la cuestionó, con la voz temblando de indignación.
—¿Pero cómo te atreves a quitarme lo único que me queda? ¿Es en serio, Grecia?
—No te estoy quitando nada, solo te estoy tratando de ayudar. Si te compro el resto de las acciones, con ese dinero puedes comenzar de nuevo, hacer otra inversión o montar un negocio. No veo por qué te pones así, solo quiero ayudarte —le decía Grecia con mucha serenidad, aunque su intención era lograr quedarse con todas las acciones para llevar a cabo su venganza.
Luis Fernando frunció el ceño, sintiendo que su mundo se desmoronaba, no podía creer que fuera precisamente la mujer que tanto amaba la que le estuviera haciendo algo así.
—¿Ayudarme? ¿Eso es lo que llamas ayudar? Estás tratando de arrebatarme el legado de mi padre, lo único que me queda. ¿Acaso no entiendes lo que significa para mí?
Grecia respiró hondo, intentando mantener la calma mientras en su interior se debatía entre la compasión y el deseo de venganza.
—Luis Fern