Luis Fernando entró al consultorio del médico psiquiatra que estaba a cargo del tratamiento de Laura. La habitación era sobria y estaba decorada con tonos suaves, pero la atmósfera era densa, cargada de tensión.
—Soy Luis Fernando Ripoll, el exesposo de Laura Villaseñor —anunció, mientras cerraba la puerta tras de sí.
—Mucho gusto, señor Ripoll. Ya sabía mucho de usted a través de la prensa. Soy el doctor Barradas y estoy a cargo del caso de la señora Villaseñor. Por favor, tome asiento —le dijo el médico de forma amable, aunque Luis Fernando tenía una expresión de seriedad, con el ceño fruncido y una mirada que denotaba la profunda preocupación que sentía, así como la impresión que le había causado lo que Laura le había contado.
—Dígame, ¿en qué puedo ayudarlo, señor Ripoll? —preguntó el doctor, observando detenidamente la reacción de Luis Fernando.
—Doctor, necesito que me dé un diagnóstico exacto de la condición de Laura. Acabo de verla y estoy realmente sorprendido. Está a