Había una fuerte tensión en la sala. Grecia estaba muy nerviosa; el doctor, ya acostumbrado a este tipo de situaciones, se preparaba para darle la noticia.
—Señor Lombardo, me temo que por ahora no sería conveniente que usted abandone la clínica.
—¿Pero por qué? ¿Qué es lo que pasa? Grecia, ¿tú sabes algo?
Guillermo preguntaba angustiado, sin entender. Puso una expresión de asombro y Grecia le esquivó la mirada; no quería enfrentarlo. Se sentía muy perturbada y no asimilaba lo que estaba pasando.
—Señor Lombardo, se le realizaron varios estudios en los cuales encontramos un pequeño tumor que está alojado en la zona del páncreas.
Guillermo palideció y no esperó a que el doctor terminara de hablar.
—¿Qué ha dicho? No, eso no puede ser verdad. Yo me siento perfectamente bien. Lo que me dio fue un simple dolor de estómago, y estoy agotado por el exceso de trabajo, pero…
—Guillermo, por favor, deja que el doctor te explique. No te pongas así —le decía Grecia, tratando de calm