El joven encargado del cyber estaba muy pálido y nervioso. Sin responder nada a Susana, tomó su teléfono y marcó un número, mientras ella lo miraba atenta, esperando a que él le dijera lo que había visto.
Lo que Susana no se imaginaba era lo que el joven estaba a punto de hacer.
—Por favor, señora, espere un momento aquí —le dijo, mientras sacaba la tarjeta del CPU. Se apartó de ella y caminó hacia otra área de la sala para poder hablar por su celular sin que Susana pudiera escuchar.
Al terminar la llamada, regresó a donde estaba ella.
—¿Pero qué pasa? Dime qué fue lo que viste, me tienes nerviosa —le dijo Susana, con la voz entrecortada por la ansiedad.
—Señora, lo que sucede es que el archivo no se puede visualizar bien, pero llamé a una persona experta que sí puede abrirlo. Por favor, espere aquí —respondió el joven, intentando calmarla.
—Pero es que no puedo esperar mucho tiempo. Debo regresar a casa y, además, debo llevar esa tarjeta y regresarla al lugar donde la en