La sala de juntas estaba llena de tensión. Grecia Lombardo había declarado su llegada y su posición como la accionista mayoritaria, lo que había dejado a todos los presentes en estado de shock. El murmullo de incredulidad resonaba en toda la sala, mientras los accionistas intercambiaban miradas atónitas. Greta Ripoll, visiblemente alterada, no podía aceptar la realidad que se presentaba ante ella.
—¡Esto es inaceptable! —exclamó Greta, con su voz vibrando de furia—. ¡Necesito pruebas! ¿Dónde están los documentos que corroboran lo que estás diciendo?
Grecia, con una elegancia serena, sonrió levemente mientras abría su portafolio. Con movimientos precisos, sacó un conjunto de documentos cuidadosamente organizados y los colocó sobre la mesa con un golpe firme para que todos los presentes pudieran corroborar la veracidad de sus palabras.
—Aquí están —dijo, con su voz clara y decidida—. Estos documentos validan que poseo el 51% de las acciones de la empresa Ripoll.
Los ojos de los