Después de unos minutos parada en la entrada, titubeando antes de entrar, respiró profundo y adoptó una postura erguida, tomando una actitud empoderada. Decidida a enfrentarse a todo lo que le esperaba, entró con seguridad. El aire fresco del vestíbulo la envolvió, y el sonido de sus tacones resonó en el mármol pulido, marcando su presencia en todo el lugar. Las luces brillantes iluminaban el pasillo, y Grecia sintió que cada mirada que se posaba sobre ella era un recordatorio de su transformación. Ya no era la mujer vulnerable y sumisa que había sido siempre; ahora se había convertido en una mujer de armas tomar.
Mientras avanzaba hacia el ascensor, los murmullos comenzaron a surgir entre los empleados. Algunos se preguntaban quién era esa mujer que parecía sacada de una pasarela, mientras otros la reconocían y se quedaban boquiabiertos. Grecia sonrió para sí misma, disfrutando del poder que emanaba de su ser. Estaba lista para reclamar lo que era suyo, lista para demostrar que hab