48. Esto es un error
Catalina
La mañana siguiente no hace sino empeorar la situación.
La prensa no se ha movido, mi celular y mi correo están llenos de mensajes de clientes pidiendo explicaciones y no sé qué decirles.
Me estoy defendiendo lo mejor que puedo, alegando que me han incriminado, pero todo está en mi contra y vuelvo a sentirme como la chiquilla de 22 años a la que le arrancaron la vida de tajo.
—Cat, tienes que comer—la voz suave de Nataly hace que la mire y estoy por negarme cuando ella señala a Samuel con la cabeza.
Esta es la peor parte de todo.
Mi pequeño principe ha vivido demasiadas situaciones estresantes en tan poco tiempo y verlo preocupado y asustado por mi, siendo yo la adulta me parte el corazón. Él no debería estar viviendo nada de esto.
Es un niño, Dios santo.
Invento darle mi mejor sonrisa y tomo los cubiertos para empezar a comer.
—¿Te gusta la comida que ha hecho tía Nat?—le pregunto tratando de que vea que todo está bien.
—Esta lico, nani. ¿Ti te ushta?—oh mi pequeño e intelige