17. No me esperaste
Gabriel

—Hola, Kitten ¿Puedo saber a qué debo el placer de tu visita?

El silencio que sigue a mis palabras lo dice todo.

Catalina se queda quieta, como si la palabra la hubiera golpeado de lleno en el pecho. La veo parpadear, su cuerpo tensarse, sus manos apretarse al bolso con fuerza. Ahí está la reacción que esperaba.

Esa palabra no era casual. Era nuestra. Mía para ella. Mi maldito apodo secreto para la mujer que solía adueñarse de mi cama… y de todo lo demás sin que yo me diera cuenta.

Kitten.

La llamé así por primera vez en la intimidad, por la forma en que se erizaba ante mi toque y eso sumado a su nombre era el apodo perfecto. Desde entonces, esa fue su identidad privada conmigo. Mía. Solo mía.

Y ahora, verla estremecerse al escucharlo… es una confirmación. Su cuerpo aún responde a mí. Aunque finja. Aunque quiera marcharse. Aunque esté con mi maldito hermano.

Ella se gira y noto que aunque intenta mostrarse firme, su mirada la delata.

—No me llames así, estoy cansada de decirte
ShadiSaad

Segundo del día, bellezas!!! Espero que lo disfruten. Muaaaak.

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