Del otro lado del país, en horas la mañana, las cosas comienzan a pasar así…
Carlo está sentado en su trono, dirigiendo su empresa y haciendo la vida miserable de unas cuantas personas. Dos horas después de haber llegado, sale a pedirle un documento a Andrea y se da cuenta de su ausencia, mira la hora y estalla en rabia.
—Maldita mujer, se cree que puede hacer lo que quiere… pero ya verá.
Saca su teléfono, la llama, pero el aparato marca apagado. Empuña las manos y se dirige a recursos humanos para pedir la misma sanción del día anterior, por lo que se detiene frente a la asistente de la jefa del departamento y le dice.
—Tu jefa, necesito hablar con ella de Andrea Honores —la mujer frunce el ceño y le pregunta.
—Claro, señor, ¿necesita que busque el despido de la señorita Honores?
—¿Despido? —pregunta muy confundido y la mujer asiente.
—Sí, usted ayer firmó personalmente el despido de Andrea Honores y Ian Castello. Sus indemnizaciones fueron pagadas ayer, tal como ordenó y…
—¡Espera!