Ella solo sonríe y le aprieta la mano con agradecimiento al hombre.
—Gracias, Eulogio. Aunque todavía no regreso del todo… pero a eso voy. ¿Papá sigue tan mal genio como siempre?
—Diría que peor —el hombre hace dos gestos con las manos y cuatro hombres con lentes oscuros corren por las maletas—. Pero no lo oyó de mí.
—¿Y mi madre?
—Ahora se está volviendo experta en el arte de la transferencia en espejos.
—Imagino que su taller volvió a sufrir modificaciones —ambos se ríen mientras caminan a la escalera.
—Claro, y por supuesto, la casa ahora tiene una infinidad de espejos por todos lados —Andrea se voltea a ver a Ian, quien se ha quedado atrás.
—¿Pasa algo? ¿Te da miedo volar o algo parecido?
—No… es solo que, ¡¿quién demonios eres tú?! —le dice espantado y ella se baja un poco los lentes— ¡¿Un avión privado, guardias y un mayordomo?! ¡Y estoy seguro de que tu apellido es Honores, no Martínez!
Eulogio se ríe y sube la escalera para dar órdenes y privacidad. Ella se acerca a él, se qui