El doctor corre a ayudar a Ian, mientras que los señores Martínez entran al cuarto. Andrea se espera un reproche, gritos e insultos, pero en lugar de eso, tiene a su madre sobre ella intentando darle un abrazo.
—Mami, te juro que quiero ese abrazo, te he echado de menos… pero Ian…
—Pareciera que él es el padre —dice el médico y Ian despierta asustado. Se sienta, se pone de pie y se arregla el traje.
Andrea lo mira como si fuera un bicho raro, pero termina riéndose de la postura casi militar que tiene al ver a su padre frente a ellos. Pero al procesar que no tiene leucemia, sino que está embarazada, deja de reírse y comienza a llorar, lo que hace reaccionar a Ian.
—No llores, bonita… no es malo, es mejor que la leucemia.
—¡Lo sé! Por eso lloro de alegría… no lo puedo creer, Ian. No me voy a morir… ¡voy a ser madre!
—Sí, bonita, serás la mami más linda del mundo —ellos se miran, están a punto de besarse, cuando un carraspeo los detiene y Ian adopta nuevamente la postura de soldado.
—¿Có