Capítulo 22 – Un hijo.

El martes amaneció con un aire ligero. Abrí los ojos antes que el despertador, y la primera imagen que tuve fue la de Alex todavía dormido, respirando con calma. Su brazo rodeaba mi cintura y el cachorro, hecho un ovillo a los pies de la cama, parecía parte de aquel cuadro perfecto.

Me quedé unos minutos en silencio, disfrutando de la calidez de ese instante. Después de tantos días de tensión, despertarme así, con la certeza de que todo estaba bien, era un regalo.

Cuando el despertador sonó, Alex abrió los ojos y me miró sonriendo.

—Buenos días, amor. ¿Dormiste bien?

—Mucho mejor —respondí, acariciando su mejilla—. Y tú también, por lo que parece.

Él rió suavemente y se incorporó. El cachorro aprovechó el movimiento para saltar sobre nosotros, desordenando las sábanas. Alex lo atrapó entre sus brazos y me miró con esa chispa divertida que tanto había extrañado.

—Creo que alguien no quiere que vayamos a trabajar hoy —bromeó, mientras el cachorro intentaba lamerle la cara.

La mañana tra
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