Lucía subió al coche y con un gesto brusco, cerró la puerta de un golpe. Las manos aún le temblaban sobre el volante y su corazón latía con fuerza. Por poco es víctima de un accidente fatal y todo gracias, a su hermana. Miró por el retrovisor, vio a Laura alejarse por la acera.
—¡Estúpida! —dijo apretando los dientes. Luego dejó escapar una risa siniestra mientras recordaba la reacción de su hermana al saber la verdad.— ¡No descansaré hasta ver como te hundes en el lodo!
Pisó el acelerador, y se alejó del lugar sin importarle lo que pudiera sucederle a su hermana.
Laura, subió a la acera, con la cartera apretada contra el pecho, caminando sin rumbo fijo. Parecía sonámbula, perdida en sus pensamientos. Su respiración era entrecortada, las piernas le temblaban mientras las palabras de Lucía le taladraban en la cabeza: “bastarda” “me quitaste lo que yo merecía” “Marcos”
A cada paso que daba volteaba a su alrededor, desorientada y aturdida, rodeada de rostros desconocidos que la obser