Marta se tendió en la cama, sintiendo la angustia en su pecho, sin poder apartar de su mente la risa de Marcos mezclada con los gemidos de Laura.
Ella misma, le había aconsejado a su amiga como debía actuar para seducir a Marcos. Sin embargo, ahora al imaginarlos juntos, era como estar en medio de una pesadilla y sin poder despertar.
En tanto, en el comedor, Laura ruborizada al ver en la pantalla aquel video íntimo que Marcos aún conservaba de su luna de miel, se cubrió el rostro con ambas manos,
—No puedo creer que todavía tengas esto —susurró con una risa nerviosa.— ¡Qué cosas locas las que hicimos!
—Pues no he sido yo el único que se excedió de tragos esa noche —replicó él con un tono perverso, inclinándose hacia ella—. Aquí está la prueba.
—No sigas, me haces avergonzar.
Marcos le apartó lentamente las manos del rostro y la obligó a mirarlo.
—No tienes de que apenarte. Eres mi mujer.
—Lo sé —murmuró ella—, pero no deja de incomodarme el hablar contigo de estas cosas. Eres mi