Marcos se lanzó en la piscina, la tomó entre sus brazos.
—Sostente por favor —dijo él y ella lo rodeó con sus brazos.
—¿Qué me está pasando? —preguntó temblando.
—No te preocupes, todo va a estar bien. —respondió él intentando convencerla y convencerse a sí mismo de ello.
Marcos salió de la piscina con ella en brazos. Desde el jardín, Laura vio a su esposo caminando con prisa hacia la casa. La expresión en su rostro reflejaba angustia.
¿Qué había pasado?
—¡Marta! —gritó horrorizada al ver como mezclada con el agua, la sangre corría por sus muslos.
—Llama al médico, Laura. Llámalo, es urgente —ordenó él con voz firme.
Laura soltó la jarra de vidrio que traía en las manos. Los pedazos de cristal se dispersaron en el piso, mientras desesperada, corrió hasta la cocina y tomó su teléfono. Con las manos temblando subió y bajó varias veces sin encontrar el número telefónico.
Marcos entró detrás de ella y subió las escaleras hasta la recámara. Con cuidado la colocó sobre la cama, tomó