Luego del pronóstico médico de Marta, Laura fue hasta el área de recién nacidos para ver a su pequeña Aleska. Desde el ventanal observó sus facciones finas y su cabello claro, como hilos dorados.
—Es tan hermosa —susurró.
—Sí, lo es. —dijo Marcos acercándose a ella, posando su mano sobre su hombro. Tenía los ojos cristalinos y su voz sonaba entrecortada, había estado llorando.
Laura volvió el rostro hacia él apartando su mano de ella. Él la miró confundido.
—Marcos… —dijo Laura apretando los labios, sabía que lo que iba a decir cambiaría todo entre ellos. Aún así, no podía seguir mintiendo por más tiempo— ¡Lo sé todo!
—¿De qué…hablas? —preguntó con el corazón en la garganta.
—Que tú y Marta, son amantes. —soltó sin más— Recuperé la memoria el día que iba con Lucía a buscarte.
Marcos bajó la mirada, sintió que la cara se le caía de la vergüenza. Tarde o temprano aquel momento llegaría, y aunque no esperaba que fuera justo en la situación de vulnerabilidad que se encontraba, debí