Capítulo 13
Desesperación. Esa era la única palabra que definía con precisión lo que sentía desde hacía casi dos semanas. Sofía había desaparecido del mapa, como si la tierra se la hubiese tragado. No recibí ni un mensaje, ni una llamada, mucho menos una maldita pista. Ni siquiera Santiago, mi mejor amigo y su hermano, se atrevía a decirme una sola palabra al respecto por más que insistiera. A eso súmenle que lo había ido a buscado más de una vez y este literalmente me cerró la puerta en la cara. Hasta había ido a casa de los padres de Sofía y como era de esperarse estos me recibieron con frialdad, además de esa tensión amarga que se puede oler en el aire. Su madre me miró como si yo fuera el demonio encarnado, y su padre me dijo, con la voz seca, que tampoco sabían nada de su hija.
No sabía si todos mentían o si realmente ella se había esfumado así… como el humo en el viento y todo por mi culpa. Por mis malas decisiones y por mi jodida arrogancia. Debí darme cuenta antes de que la a