Capítulo 30
El salón estaba vestido de negro y dorado, elegante hasta el delirio. Candelabros antiguos colgaban del techo como joyas suspendidas, mientras el eco de las copas y el murmullo del arte flotaban con clase por cada rincón. Sofía, con un vestido ceñido color vino que dejaba su espalda casi al descubierto, se movía entre la multitud como una reina sin trono… pero con poder. Lo sabía y lo odiaba porque también sabía que Thiago la miraba.
Desde el momento en que este entró al salón ella lo sintió. Su magnetismo era tanto que hizo voltear a más de una persona y eso de cierto modo lo molestaba. Sin embargo, decidió dejarlo pasar, ya que Filipo, siempre atento, la recibió con una sonrisa amplia y un beso en la mejilla.
— Mi querida musa, llegas para bendecir esta noche con tu increíble belleza. Hoy más que nunca has cautivado la mirada de todos y eso habla muy bien de ti — dijo, ofreciéndole su brazo — Sin embargo, esta noche quiero que te sientes a mi lado y también quiero que co