La fachada del gimnasio "Iron Peak" brillaba bajo el sol del mediodía, sus ventanas polarizadas ocultando el interior para resguardar la privacidad de tan importantes clientes. Catalina empujó la puerta de vidrio, sintiendo el golpe seco del aire acondicionado contra su piel sudorosa. El olor a limpiador de metales y sudor le recordó a Erick, que solía entrenar aquí de vez en cuando, cuando ella comenzó a trabajar ahí.
Antonio estaba junto a una máquina de pesas, corrigiendo la postura de un cliente. Al verla, sus ojos verdes se ensancharon. Le hizo una señal para que esperara y terminó rápidamente la instrucción.
—¿Catalina? —preguntó, acercándose con una toalla al cuello mientras secaba el sudor de su frente—. ¿Está bien Erick? ¿Acaso le pasó algo?— su semblante cambio de sorprendido a preocupado en cuestión de segundos.
Ella negó con la cabeza, tragando el nudo que tenía en la garganta. Antonio la guió a una oficina pequeña en la parte trasera, repleta de planes de entrenamien